viernes, 4 de agosto de 2017

Nuestro pequeño mundo mágico



Curiosos y autónomos, cantantes o piratas un día y escultores otro, monitos en los árboles y escaladores de rocas. Se han mojado los pies y manchado las manos, han pintado en la arena y cocinado palos, hojas y bichos, han construido con piedras y compartido sus botas con los amigos. Esto y mucho más ha sido su año en la yurta, en el espacio de juego Alaire. Un lugar donde han podido ser felices desarrollando sus capacidades en un entorno solo comparable a lo que siempre hemos soñado de niños.  Ahora toca vacaciones pero no hay día que no pregunten cuando volverán a la yurta, cuando empezarán los juegos y las aventuras otra vez. Si hay algo que nos hace sentir orgullosos a las familias de este proyecto son sus sonrisas, pero además lo que son capaces de hacer e imaginar. Han aprendido tanto de ellos mismos y del entorno que les rodea que nos han convencido de que este es el lugar donde deben estar, donde deben ser acompañados y donde han de pasar los mejores años de su infancia.